Casi antes de conocer a Cesar ya sabia de su piano, el piano de Cesar es excepcional, había oído.
Aunque los pianos me gustan no le había dado mayor importancia, había conocido a Cesar un poco de casualidad y durante unos breves minutos, fue en el 2007, en Julio, creo, y en el bonito puerto de la Bretaña francesa de Camaret sur Mer, el venia como tripulante experto en el Clem, un precioso Swan 56 que aumentaba mas , si cabe, la sonrisa perpetua de Jaime Olazábal que lo acababa de comprar por el norte de Europa, yo lo hacia como 2º ayudante de cocina, encargado fundamentalmente de tener limpia la misma y de colocar el escurridor de la pasta en un hueco “ad hoc” que había tras la tapa de un armario, en un Solaris 72, el Lily,s , perteneciente a un frutero de Zurich, veníamos del Báltico con destino final Venecia, ambos barcos entraron de arribada en Camaret debido a un fuerte sudoeste que no cedía.
La segunda vez que oí hablar de Cesar fue en el verano del 2008, Pedrito, amigo y al tanto de todo lo que se cuece en Palma, me comento: hay un barco que sale para Brasil y busca tripulación, Pedro equivocadamente, no le dije nada de ser 2º ayudante de cocina creyó al verme en el Solaris que yo sabia donde estaba la proa en un barco, dato por otra parte totalmente irrelevante si a lo que te dedicas a bordo son los “sofritos”, a si que le dijo a Cesar que sabia de un marinero experto y bastante limpio, Cesar te quiere conocer, me dijo.
En ese preciso momento volví a recordar el tema del piano, esta vez ya con mas interés al existir la remota posibilidad de pasar el examen oral al que sin duda Cesar me sometería antes de aceptarme como tripulante.
Afortunadamente el examen acaeció en un restaurant , yo pague la cuenta, delante de un arroz con mucho marisco, mal que bien me las arregle para que en vez de hablar de barcos lo hiciéramos de arroces y así pude disertar sobre el sofrito imprescindible para una buena paella, al salir Pedro, encantado con el arroz que había comido sin pagar, me dijo: lo conozco, le has caído bien, te llevará a Brasil.
Me anime entonces a preguntar , oye Pedro, no es que me moleste, bien al contrario, me gusta la música, pero ¿como es que un barco de 16 metros lleva un piano a bordo, con lo pesados que son y lo fácil que se desafinan con la humedad?
Justo en el momento de contestarme Pedro vio la oportunidad que buscaba y se coló limpiamente ahorrándose una larguísima cola en la circunvalación de Palma , con el frenazo de rigor, el concierto de bocinazos y las numerosas imprecaciones que nos dedicaron, progenitores incluidos, a Pedro se le olvidó aclararme la duda.
El Piano del Sargantal de Cesar.
“Camino” de Brasil, Noviembre del 2009, entre Kenitra y Rabat, 25 nudos de sur, mar dura, de noche, lloviendo y con frío.
Cesar, a voces por encima del ulular del viento, ¡Rafa, Alberto, pondremos el tercero!
¿Alberto, vas al palo o te quedas en el piano?
Alberto, rascándose la cabeza, como un mecánico de pueblo cuando abren el “capot”y le dicen que mire los niveles a un BMW de 12 cilindros, piensa rápidamente que en Rabat lo desembarcaran sin remisión, que no conocerá a todas las Brasileñas con que soñaba y también piensa que donde será menor el ridículo, en el palo o en el piano, Cesar que es buena persona dice, ¡voy yo al palo!
Rafa y yo nos miramos con cierta alarma, Rafa supone que yo se de que va y yo creo que quien lo sabe es el, al fin y al cabo a un ornitólogo de prestigio además de doctor en medicina siempre se le suponen ciertas dotes musicales.
Cesar: ¡molla vang, mayor en banda, carro al extremo, suelta driza, el tres en la mano, mírame, escúchame y rápido que me mojo!
Segunda mirada de aprensión entre el ornitólogo y el segundo ayudante de cocina.
Rafa – Alberto por favor hazlo tu que quiero ver tu método.
A – ¡Cesar! ¿la “cuerda” (luego me enteré que a los de la mar lo de las cuerdas no gusta) (a pesar de que nadie me pueda discutir que todos los pianos las tienen )¿la cuerda, decía, de fondo blanco / crema con lunares intermitentes azules y amarillos que aparece por un agujero debajo de una tecla según miras hacia la punta del barco, la de delante, en el lado de la izquierda es la de la pistola? (asociación rápida de ideas debido a la inexplicable prisa de Cesar, Vang-Pistola)
Empapado y con cara de mala leche Cesar se sitúa delante del teclado de matar, levanta teclas , enrolla cuerdas en un artilugio plateado con forma de tambor y que si no necesitas tiene encima colocada una manivela que por el contrario si precisas nunca aparece, da a la manivela, pulsa un botón mágico que hace girar otro tambor, suelta otra cuerda y se va corriendo , sin dar ningún tipo de explicación de vuelta al palo.
C –¡Alberto!,( aunque esta vez se que le gustaría llamarme inútil , falta de confianza, todo se andará), mírame, escúchame, caza el tres, caza la driza, carro a tres cuartos, caza mayor y caza vang, j...r tanto cazar, mejor seria hablar de pescar, estamos en la mar, inmensa, negra, salada y fría.
Rafa (ornitólogo y doctor) – Alberto un poco lento pero lo paso , mi técnica, por supuesto, es mas depurada. Pienso, la próxima vez que vea una pardela te va a avisar tu padre, ornitólogo.
Cesar, después de tres días sin hablarme, en tono conciliador
y dogmáticamente, -- Alberto , en un barco es mejor referirse a “babor “ y “estribor” que a la izquierda o derecha mirando adelante, que por cierto es mejor decir proa, o a atrás, la popa, a si que de ahora en adelante y hasta que la muerte nos separe en el Sargantal por lo menos, cuando te refieras a la izquierda mirando a delante lo dejas en un simple “babor” iba a decirle que si lo podíamos dejar en un “babor izquierda” pero me contuve.
Cesar , Alberto en cuanto al piano ... , A- espera, espera unos días Cesar, déjame que asimile el babor estribor la proa y la popa que esto son palabras mayores, no estamos hablando de añadir mas ajo al sofrito.
Y por cierto cuando te dije que entendía de pianos no te mentía del todo, estoy seguro que si F. Chopin o W. S. Bach
levantaran la cabeza les encantaría interpretar en tu Barco los Nocturnos o las variaciones de Goldberg y a Beethoven, si le cupiera la orquesta su 5º concierto.
De vez en cuando a estos de la mar hay que hablarles fuerte y claro, 5 x 5, que por haber hay pianos hasta con cola y además todos con cuerdas.
Besos, Alberto.